martes, 9 de octubre de 2012

'La Sabiduría de Someternos a Dios' (Efe 1:7-10)



La tercera bendición espiritual es la “redención” (v.7a).  Esta palabra significa ‘rescatar’.  Si nos preguntamos, ‘¿De qué necesitamos ser rescatados?’, Pablo contesta – de la muerte eterna; ésta es la paga del pecado (Rom 6:23).  Dios nos rescata de dicha muerte, perdonándonos nuestros pecados (v.7b).  Si nos preguntamos, ‘¿Cómo nos rescata?’, la respuesta es, “por Su sangre”; es decir, por la muerte de Cristo.  Porque sin el derramamiento de sangre no hay el perdón de los pecados (Heb 9:22).  Y si nos preguntamos, ‘¿Por qué nos rescata?’, Pablo otra vez vuelve al tema del amor de Dios.  Él nos rescata, “según las riquezas de Su gracia” (v.7c).  El amor de Dios no es sólo algo que no merecemos (“gracia”), sino que es algo abundante – “las riquezas de Su gracia”.  ¡Qué tremendo es el amor de Dios para con nosotros!

Esta “redención”, este “perdón de pecados”, estas “riquezas de su gracia” – Dios las “hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia” (v.8).   ¡Dios no es mezquino en Su salvación!  No sólo hay una ‘abundancia’, sino una ‘sobreabundancia’, en todo lo que Dios hace para salvarnos.  Hay también una “sabiduría e inteligencia” en la manifestación de la gracia de Dios.  Esta sabiduría e inteligencia espiritual se manifiestan en la elección de quienes serán salvos (1 Cor 1:26-29), y en la manera en que serán salvos – por medio de la cruz de Cristo (1 Cor 1:21-24).  Nuestra salvación no se ha dado al azar; hay una tremenda sabiduría en ella, la cual debemos valorar.

Al salvarnos, Dios no sólo nos escoge (v.4), nos rescata del pecado (v.7), y nos adopta como Sus hijos espirituales (v.5), sino que nos revela “el misterio de Su voluntad” (v.9).  Esta es la cuarta bendición espiritual que Pablo menciona en Efe 1. La voluntad de Dios no es algo ‘misterioso’, sino algo que es imposible saber a no ser que Dios lo revele (ver Efe 3:3-5).  ¿Cuál es Su voluntad (= propósito)?  Pablo lo explica en el v.10; es la de “reunir todas las cosas en Cristo”.  El verbo en griego (‘anakefale’) significa ‘juntar bajo la cabeza de’.  En Rom 13:9, este verbo es traducido, “en esta sentencia se resume”.  En otras palabras, todos los mandamientos que Pablo menciona en el v.9, se pueden resumir en uno solo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.  Todos los demás mandamientos están incluidos y sumados en este.

Aplicándolo a lo que Pablo escribe en Efe 1:10, podemos decir que el propósito de Dios el Padre es reunir todas las cosas, y ponerlas bajo la cabeza de (= la autoridad de) Cristo.  Estas cosas incluyen el mundo espiritual (“las [cosas] que están en los cielos”) y el mundo material (“las [cosas] que están en la tierra”).  En la actualidad, no todas las cosas están unidas (visiblemente) bajo la autoridad de Cristo, como el autor de Hebreos reconoce (Heb 2:8b).  Sin embargo, Cristo está reinando con el propósito de un día colocar todas las cosas bajo Sus pies (1 Cor 15:24-25).  Esa es la voluntad de Dios el Padre (Efe 1:9a).

¿Estaba Dios bajo la obligación de hacer todo esto?  ‘No’, dice Pablo.  Este plan de salvación (que tiene alcances cósmicos) es “según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo” (v.9b).  Dios es libre para hacer todas las cosas cómo Él quiere.  Él pudo haber destruido todo lo que había creado, y comenzado de nuevo; pero decidió no hacer eso.  Decidió poner todas las cosas bajo la autoridad de Cristo. 

REFLEXIÓN: ¿Hemos colocado nuestras vidas bajo la autoridad de Cristo?  Si Él un día será ‘cabeza’ de todo, sería sabio someternos a Su autoridad ahora.  No peleemos contra los propósitos de Dios.  Él siempre gana.  Nada ni nadie puede frustrar Sus propósitos.

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