La tercera bendición espiritual es la “redención” (v.7a). Esta palabra significa ‘rescatar’. Si nos preguntamos, ‘¿De qué necesitamos ser
rescatados?’, Pablo contesta – de la muerte eterna; ésta es la paga del pecado
(Rom 6:23). Dios nos rescata de dicha
muerte, perdonándonos nuestros pecados (v.7b).
Si nos preguntamos, ‘¿Cómo nos rescata?’, la respuesta es, “por Su sangre”; es decir, por la muerte
de Cristo. Porque sin el derramamiento
de sangre no hay el perdón de los pecados (Heb 9:22). Y si nos preguntamos, ‘¿Por qué nos
rescata?’, Pablo otra vez vuelve al tema del amor de Dios. Él nos rescata, “según las riquezas de Su gracia” (v.7c). El amor de Dios no es sólo algo que no
merecemos (“gracia”), sino que es
algo abundante – “las riquezas de Su gracia”. ¡Qué tremendo es el amor de Dios para con
nosotros!
Esta “redención”,
este “perdón de pecados”, estas “riquezas de su gracia” – Dios las “hizo sobreabundar para con nosotros
en toda sabiduría e inteligencia” (v.8).
¡Dios no es mezquino en Su salvación!
No sólo hay una ‘abundancia’, sino una ‘sobreabundancia’, en todo lo que
Dios hace para salvarnos. Hay también
una “sabiduría e inteligencia” en la
manifestación de la gracia de Dios. Esta
sabiduría e inteligencia espiritual se manifiestan en la elección de quienes
serán salvos (1 Cor 1:26-29), y en la manera en que serán salvos – por medio de
la cruz de Cristo (1 Cor 1:21-24).
Nuestra salvación no se ha dado al azar; hay una tremenda sabiduría en
ella, la cual debemos valorar.
Al salvarnos, Dios no sólo nos escoge (v.4), nos
rescata del pecado (v.7), y nos adopta como Sus hijos espirituales (v.5), sino
que nos revela “el misterio de Su
voluntad” (v.9). Esta es la cuarta
bendición espiritual que Pablo menciona en Efe 1. La voluntad de Dios no es
algo ‘misterioso’, sino algo que es imposible saber a no ser que Dios lo revele
(ver Efe 3:3-5). ¿Cuál es Su voluntad (=
propósito)? Pablo lo explica en el v.10;
es la de “reunir todas las cosas en
Cristo”. El verbo en griego (‘anakefale’) significa ‘juntar bajo la
cabeza de’. En Rom 13:9, este verbo es
traducido, “en esta sentencia se resume”. En otras palabras, todos los mandamientos que
Pablo menciona en el v.9, se pueden resumir en uno solo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Todos los demás mandamientos están incluidos
y sumados en este.
Aplicándolo a lo que Pablo escribe en Efe 1:10,
podemos decir que el propósito de Dios el Padre es reunir todas las cosas, y
ponerlas bajo la cabeza de (= la autoridad de) Cristo. Estas cosas incluyen el mundo espiritual (“las [cosas] que están en los cielos”) y el mundo material (“las [cosas] que están en la tierra”).
En la actualidad, no todas las cosas están unidas (visiblemente) bajo la
autoridad de Cristo, como el autor de Hebreos reconoce (Heb 2:8b). Sin embargo, Cristo está reinando con el
propósito de un día colocar todas las cosas bajo Sus pies (1 Cor
15:24-25). Esa es la voluntad de Dios el
Padre (Efe 1:9a).
¿Estaba Dios bajo la obligación de hacer todo
esto? ‘No’, dice Pablo. Este plan de salvación (que tiene alcances
cósmicos) es “según Su beneplácito, el cual se había propuesto
en Sí mismo” (v.9b). Dios es libre
para hacer todas las cosas cómo Él quiere.
Él pudo haber destruido todo lo que había creado, y comenzado de nuevo;
pero decidió no hacer eso. Decidió poner
todas las cosas bajo la autoridad de Cristo.
REFLEXIÓN: ¿Hemos colocado nuestras vidas bajo la autoridad de
Cristo? Si Él un día será ‘cabeza’ de
todo, sería sabio someternos a Su autoridad ahora.
No peleemos contra los propósitos de
Dios. Él siempre gana. Nada ni nadie puede frustrar Sus propósitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario